El gato al que le gustaba la lluvia by Henning Mankell

El gato al que le gustaba la lluvia by Henning Mankell

autor:Henning Mankell [Mankell, Henning]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 1992-01-01T05:00:00+00:00


8

Pero ¿qué había que hacer si uno quería escaparse de casa? Lukas no lo sabía. Por eso se quedó en su cuarto toda la tarde pensando la manera de hacerlo.

En los libros que su madre y su padre le leían cuando le costaba dormirse, los niños a veces se escapaban de casa. Lukas se acurrucó en la cama e intentó recordar todo lo que había oído acerca de aquellos niños.

Lo que más le sorprendía era que los niños siempre se escapaban cuando estaba oscuro. ¿Cómo podía ser que los niños de los libros nunca le tuviesen miedo a la oscuridad? Sin dudarlo ni un momento, se atrevían a salir por la ventana cuando no se veía absolutamente nada y la tormenta rugía y azotaba las ramas de los árboles. ¿Por qué no se podía uno escapar a la luz del día?, pensó Lukas. ¿O por qué no se podía uno escapar por lo menos antes de que el sol se hubiese puesto y todas las sombras se volvieran tan aterradoras?

Y ¿adónde se suponía que se iba a ir? En los libros que le habían leído sus padres, los niños que se marchaban siempre iban a algún lugar. A casa del padre o de la madre que vivía más allá de un gran bosque negro. O a un castillo en un islote en medio de un lago hirviendo. Pero ¿adónde podía ir Lukas? ¡Si no sabía dónde estaba Noche! Sin duda, habría sido mucho más fácil escaparse si hubiese sabido dónde estaba Noche escondido. Pero si lo supiera tampoco le haría falta escaparse.

Lukas suspiró y se tapó la cara con la almohada. Siempre era igual de pesado hacer algo que no se hubiera hecho nunca antes. Tampoco había oído decir que en el colegio enseñaran cómo escaparse de casa. El Torbellino no le había dicho nunca nada de que dieran lecciones para escaparse.

Rabioso, Lukas lanzó la almohada contra la pared.

Había tomado la decisión de escaparse y encontrar a Noche. Pero no le gustaba tener que hacerlo. Recogió la almohada del suelo y volvió a tumbarse sobre la cama. Después intentó pensar en Noche con tanta fuerza que no le quedara más remedio que volver a casa. Cuando le pareció que lo había pensado lo suficiente, se levantó con un respingo y se abalanzó hacia la ventana. Seguro que Noche estaba allí en el césped mirando hacia la ventana.

Pero sobre el césped sólo había una urraca dando saltitos y picoteando entre las briznas.

A lo mejor es Noche, que se ha transformado, pensó Lukas. Alguien lo ha convertido en urraca. La urraca al menos tiene los mismos colores que Noche, negro y blanco. Con cuidado abrió la ventana y llamó a Noche, pero entonces la urraca se asustó y salió volando hasta posarse en la chimenea de la casa de uno de los vecinos. Lukas cerró la ventana y volvió a suspirar. Intentó suspirar tan alto que Noche pudiera oírlo. Pero lo único que consiguió fue que Beatrice abriera la puerta y le preguntara si estaba enfermo.



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